Todos sabemos que el amor es algo complicado. Por un lado, tiene algo de refugio, el poder liberarte de las ataduras y los miedos. Pero a veces, con cada muestra de amor puede venir una duda, un silencio o una cuestión por resolver. Es así como se van conformando las relaciones: de momentos enfrentados.
Compartir una misma casa, o una misma cama, no implica tener los mismos sentimientos. Los protagonistas de esta historia son muestra clara de ello. Paula es una extrovertida joven que pretende hacerse cargo del desorden que hoy gobierna su vida. Pero tiene miedo a demasiadas cosas, sobre todo desde que perdió a su madre. Por suerte, siempre puede ponerse en la piel de Oceanne, así es como le gustaría que todos la llamaran, salir de fiesta o refugiarse en el cálido abrazo de su mejor amigo, Manu.
El joven, que parece vivir en un continuo encontronazo con la humanidad, siempre tiene para ella palabras de aliento, así como un hueco en su cama. Pero el problema es que él cree estar enamorado de ella. Por otra parte, Sergio, su hermano, también está ahí siempre para ayudar a Paula y compartir risas, confidencias y muchos Cola-Caos. Para ella son los hermanos mayores que no ha tenido. Pero es una época de grandes confusiones.
Paula hubiera querido ser doctora y salvar a todas las madres del mundo, para así no tener miedo a la muerte; pero en lugar de eso, estudió periodismo y trabaja en la cafetería de la facultad. Allí, su compañera es Laura, una madre volcada en su hija de tres años, y aunque está separada del padre, Marc, espera una reconciliación. Sin embargo, él destapará la caja de los deseos irrealizados y se embarcará en otra historia de la que podría salir escaldado. Porque en el amor no hay cabida para las mentiras piadosas, ni los dobles juegos.
Cuando volvamos a casa también nos presenta a Carlos. A él y a su egoísmo, el culpable de que su relación con Natalia se fuera al traste. Desde entonces ella anda un poco perdida. Se refugia en sus amigas Silvia y Paula, pero no termina de centrarse. Ahora ha intentado poner un músico en su vida... A Iván lo conoció gracias a las clases de solfeo y piano. Pero la ausencia del joven por motivos laborales se le hace a Natalia verdaderamente interminable; porque encuentra tiempo para machacarse aún más el corazón, darle vueltas a la cabeza, y quién sabe si volver a equivocarse en sus elecciones.
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