Imaginando que, tras la aplastante mayoría absoluta obtenida en el 2011, surja el temido desastre al final del 2015, cumpliéndose el vaticinio de que solo permanecería en la Moncloa una solo legislatura y pasando a la Historia con el humillante apodo de “Mariano el Breve”, periodo que incluso, incomprensiblemente, fue superado por el nefasto José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), considerado con todos los merecimientos como el peor presidente desde que se instauró la democracia en España.
El actual Jefe del Ejecutivo, que por cierto nunca ha sido un líder y por ende jamás podrá ejercer de tal, a cinco meses de los comicios generales, a tenor del criterio de ciertos entendidos, solo podría recuperar parte de los votos perdidos por dos caminos y ambos muy cuestionables. En el primero de los casos a través de la compra descarada de sufragios de los funcionarios, a los que pretende venderles como un gran esfuerzo y confusamente el devolverles lo que es suyo, y en segundo lugar apelando al voto del miedo, siempre y cuando los votantes decidiesen regalarlo a formaciones emergentes (Podemos y Ciudadanos) que no están preparadas para gestionar un país, y todavía peor si optasen por entregárselo a los socialistas, de cuya experiencia como gobernantes guardamos un amargo recuerdo, unido a que su actual Secretario General, Pedro Sánchez, no tiene las ideas muy claras y además pacta con partidos de extrema izquierda como dice Don Mariano.
Obviamente, ninguno de los dos experimentos servirá para que retorne la confianza a los españoles, como tampoco será de recibo la estratagema de aprobar los Presupuestos Generales del Estado previamente a la celebración de las elecciones generales, aunque mucho nos tememos que siendo la tentación tan propicia, se desprendan de la escasa vergüenza que les queda y los presenten antes de la disolución de las Cortes.
Habría que añadir que con la reaparición de Aznar, aunque en esta ocasión aparentemente con menor acritud, sigue actuando como la mosca cojonera, a pesar de los 12 años transcurridos desde que nombró a Rajoy como su sucesor a quien incomoda y critica con razón puntualmente, lo que le provoca inseguridad a la hora de tomar decisiones. El Presidente encaja mal estos ataques, no contesta ninguno pero también se siente sujeto a presiones, intrigas y resistencias por parte de quienes ocupan altos cargos en el Gobierno y Partido. Al parecer, uno de los temas más cruciales de la mal llamada crisis consistía en prescindir de la Secretaria General, Cospedal García, pero según fuentes informadas, la oferta del Ministerio de Educación no prosperó, manifestando que lo único que aceptaría es “la Vicepresidencia o nada”.
Igualmente Rajoy ha tardado demasiado tiempo en asumir que necesita tener las manos libres para dirigir e imponer su autoridad en el Partido y hasta ahora todo han sido dificultades. El intento de controlar a Cospedal con el nombramiento de Moragas está por ver que resultados ofrece. En sentido similar, la tan cacareada y esperada remodelación se ha quedado en “nada con patatas”. La sensación generalizada sobre los recientes nombramientos y cambios efectuados en el PP es más bien pobretona, unido al descontento de las organizaciones regionales y provinciales por la pérdida de poder, y en muchos casos del propio puesto de trabajo que es donde verdaderamente reside el problema, toda vez que al disponer de menores recursos no podrán ser recolocados, con el agravante de que sus edades y escasa preparación personal dificultarán la incorporación al mercado de trabajo, pasando a percibir el seguro de desempleo y posteriormente a militar en el triste ejército de los parados.
Malos tiempos le esperan a Don Mariano. El dejar tanta asignatura pendiente para más adelante y entre otras el no haber reformado la Ley Electoral, mucho nos tememos que le van a pasar una factura demasiado alta, causa de su agobio actual. Cierto es que los desafortunados consejos recibidos también le están originando grandes perjuicios que apareciendo en bloque como está sucediendo ahora es más doloroso. Los seres humanos tenemos cierta tendencia a olvidar con facilidad, somos orgullosos y hasta incluso llegamos a convencernos que todo lo logrado obedece a nuestros propios méritos e inteligencia, “vanidad de vanidades y todo vanidad”. Cuando habría agradecido tiempo atrás que el menos pelota entre la pléyade de sus asesores, le recordase puntualmente: “Mariano, se humilde y haz memoria. No no fuiste tu quien ganó las elecciones en el 2011. Las perdieron los socialistas dirigidos por aquel contador de nubes, creador de la “Alianza de las Civilizaciones” de pomposo nombre pero que nunca ningún humano ha sabido explicar en que consistía. Me refiero a ese político que todavía y de vez en cuando aparece en los medios con su sonrisa bobalicona, que nadie le presta la más mínima atención pero que mantenemos todos los españoles. Pues fue ese y nadie más quien te llevó a La Moncloa pero posiblemente, tal regalo, solo sirva para cuatro años no prorrogables”… ¡¡Tiempo al Tiempo!!
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