La separación temporal es una buena opción cuando la tensión acumulada hace que la convivencia en la pareja sea difícilmente sostenible e impida cualquier tipo de comunicación orientada al afrontamiento del problema o la mínima toma de distancia necesaria para la reflexión sobre la situación. La separación temporal puede ayudar a eliminar tensión sobre la situación, evitar agravar el conflicto y coger perspectiva.
¡Pero cuidado! Es importante descubrir sobre todo si la llamada separación temporal es simplemente una forma atenuada de llevar a cabo un divorcio ya decidido y también aclarar en su caso que ambos miembros de la pareja entienden lo mismo por separación temporal.
Cuando es útil
Como decíamos, una separación temporal permite rebajar el nivel de tensión. Los sentimientos negativos (frustración, rencor, impotencia…) pueden ser muy fuertes y el patrón de convivencia y comunicación hace que cualquier acto o intento de comunicación acabe por “echar más leña al fuego”.
También ayuda a coger perspectiva con respecto a la relación y a la persona que es nuestra pareja. La distancia física tiempo y espacio personales y la ruptura de rutinas, en el mejor de los casos ayuda a revisar la historia de la relación, a ver a la persona con la que en un momento decidimos compartir nuestra vida y a aclarar los sentimientos y necesidades que nos han unido, que nos unen y que queremos que nos unan.
Pero la separación en sí misma no es una varita mágica. Su potencialidad requiere de acompañamiento, trabajo y seguimiento. No solo es importante aclarar los objetivos sino trabajar sobre ellos durante el proceso. Examinar lo que no funciona y plantearse qué es lo que se necesita para que funcione.
Aprender a comunicarse eficazmente
No obstante, para otras parejas la decisión de separarse temporalmente les sirve para superar sus problemas. A veces los sentimientos negativos, como rencor, decepción, frustración e impotencia, son tan fuertes y se han acumulado por tanto tiempo, que las parejas no consiguen hablarse normalmente. Están atrapadas en un patrón negativo que cualquier intento de hablar no hace más que echar leña al fuego. Necesitan cierta distancia para volver a ser capaces de comunicarse o bien, ¡para aprender a hacerlo! Al separarse ocurre lo que pasa cuando se quita la tapa de un cazo: la temperatura empieza a disminuir. La distancia física y también la soledad son los factores que ayudan a que vean sus problemas con más claridad. La separación temporal les sirve principalmente a las parejas que estén dispuestas a examinar lo que no funciona en su relación.
Susana, 39 años: ‘Decidimos separarnos temporalmente. Teníamos muchas discusiones sobre la educación de nuestros hijos, había problemas en nuestras respectivas familias y pasábamos por dificultades económicas. Pablo se mudó a una casita de verano por tres meses. Habíamos acordado cuándo vendría a casa para ver a los niños y para hablar juntos. Durante la separación redescubrí lo mucho que lo quiero y todo lo que significa para mí nuestra relación. Estaba esperando sus visitas y volví a sentir lo mismo que cuando éramos novios. Me di cuenta que no lo quería perder y que los problemas eran algo aparte que teníamos que solucionar como fuera. Afortunadamente Pablo sintió lo mismo. La separación temporal nos vino bien’.
La terapeuta Cathelina Wijngaarden, directora de una consulta de terapia familiar, corrobora este testimonio: ‘La mayoría de las parejas de nuestra consulta, que deciden un time-out, continúan después con su matrimonio y todas con una mejor perspectiva’.
Ponerse de acuerdo
Cuando la pareja se decide por un time-out, debe ponerse de acuerdo sobre determinados puntos prácticos. Para empezar, deben hablarse honestamente sobre la finalidad por la que deciden tomarse un respiro (por ejemplo, para analizar lo que va mal, mirar si queda todavía suficiente base para continuar, etc.). También deben llegar a un acuerdo sobre temas como la custodia, las visitas del padre (o de la madre), los encuentros entre la pareja y su frecuencia; quién se ocupa de los asuntos financieros, visitas al pediatra, reuniones del colegio, etc. Algunas parejas optan por no verse apenas o solo para las visitas de los hijos. A otras les gusta verse con regularidad y evaluar su situación. En general es bueno mantener cierta comunicación, pues ayuda a mejorar su relación. No obstante, verse a diario socava la utilidad de la medida del time-out y si la pareja decide a los pocos días volver a vivir, sin duda recaen en los mismos patrones de comunicación erróneos de siempre. Algunas parejas deciden durante la separación temporal seguir una terapia familiar. Les ayuda a entenderse mejor a sí mismos y a la pareja y les facilita el romper con patrones de convivencia negativa.
Por cuánto tiempo
Lo más recomendable es fijar plazos definidos para la separación temporal, aunque estos pueden ser revisables en función de cómo resulte la experiencia y siempre de forma supervisada. Los plazos ejercen una acción positiva sobre la reflexión y el trabajo personal necesarios en el proceso.
No podemos hablar de plazos recomendables porque cada pareja y las personas que la componen son diferentes. De lo que sí podemos hablar es de que estos no deben ser excesivamente cortos y de que la separación temporal no debe romperse de forma temprana. La separación va a generar sobre todo al comienzo muchas dinámicas personales que necesitan asentarse. La euforia o la sensación depresiva, la sensación de carencia o de libertad, las facilidades o dificultades de “auto-organizarse” tiempos, actividades… y otros elementos requieren de un tiempo de estabilización y adaptación y para ello el factor tiempo es importante.
¿Y después?
Cuando el tiempo decidido ha pasado y aun habiendo un seguimiento durante el proceso, es momento de tomar una decisión. La pareja decidirá si retornan a la convivencia o, por el contrario, deciden separarse definitivamente e iniciar los trámites legales de divorcio en el caso de que haya matrimonio.
La decisión de volver a convivir genera una nueva etapa que hay que encarar como tal. Una separación temporal marca un antes y un después en la vida de cada uno y en la relación. Suponemos que se ha producido un proceso de reflexión sobre la relación en pareja y se ha recuperado el imprescindible espacio personal que contribuye a que el sistema de pareja sea dinámico y genere un enriquecimiento y crecimiento mutuo a través del proyecto común.
Las dificultades, los problemas, algunas tendencias personales y relacionales no van a desaparecer mágicamente. Sin embargo, ahora dispondrán de una mayor perspectiva y habrán cultivado algunas habilidades que les harán encarar los obstáculos con mayor eficacia.
La decisión de separarse definitivamente se basará sobre las mismas bases que comentábamos sobre la decisión de volver a convivir: reflexión sobre la relación y espacio personal. Desde aquí el proceso puede llevarse a cabo con mayor calma y colaboración.
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