Lugar mágico es aquel en el que puedes experimentar tu propia trascendencia y respirar profundamente la sacralidad del mundo antiguo y la prehistoria. Desde los legendarios Campos Elíseos de la mitología grecorromana, pasando por la cuesta de Almagra, que enlaza la legendaria cueva de Montesinos con el castillo de Rochafrida, en el corazón de la geografía manchega, hasta nuestros días… las culturas de todos los tiempos han tenido como referente un camino o sendero iniciático para alcanzar la felicidad, o bien un paso hacia el tránsito al más allá, el cual, con el transcurrir del tiempo, se ha ido envolviendo en una nebulosa de realidad y de mito, que invita y envuelve al viajero que quiere ver y sentir y descubrir la magia y misterio que flota en su atmósfera.
Estos senderos no tienen por qué ser largos y pesado, sino de corto trazado, bucólicos, oníricos, donde el mundo real parece confundirse, y, si cerramos por unos momentos los ojos, es probable que sintamos en nuestro interior la fuerza de unos mensajes que, desde otras dimensiones, parecen querer transmitirnos.
Estas fuerzas ocultas se encuentran en muchos lugares que recoge este libro, tanto de la geografía oriental como de Occidente. Para sentirse viajero en el tiempo, basta con tener la mente abierta a cualquier desafío que pueda presentarse mientras vamos haciendo la etapa. Las páginas de este libro, además, ayudarán al turista a sentirse viajero, y a canalizar las corrientes telúricas que corren por las entrañas del camino y nos elevan a otros estadios donde lo físico pasa a un segundo grado.
Senderos con alma es un viaje a través del papel, sobre senderos abiertos por ancestrales culturas y civilizaciones, en África, Asia y Europa. Caminos, en muchos casos, anónimos, que harán sentir el latir de la historia y la leyenda y que descubrirán el mundo oculto que yace bajo lo reconocible. El destino, a menudo, serán lugares relacionados con centros de espiritualidad, que conservan la esencia de religiones precristianas.
Cuando ascendemos a la terraza superior de la colina de Santa Bárbara, en La Fresneda (Teruel), no solo estamos siguiendo los pasos que, en la época medieval, marcaron las paradas de un vía crucis gnóstico, sino que también, el caminante que sube a esta esotérica colina debe estar preparado para contemplar una amplia variedad de elementos, cada uno de los cuales vinculado con un mensaje. Recordamos la gruta de la ladera meridional de la colina, que tiene la boca en forma de útero, y dentro de la cual han aparecido numerosos restos de civilizaciones prehistóricas relacionadas con las culturas matriarcales; las cazoletas que marcan los ortos solares que señalan los puntos de nacimiento en el horizonte del astro rey el día del solsticio de verano y el del solsticio de invierno. Pero lo más sorprendente es, sin duda, el doble laberinto que se extiende en el centro de la plataforma superior de esta colina, realizado en tiempos remotos con centenares de guijarros, y la particularidad de que si alguien modificara alguna de estas piedras, o la extrajera del lugar, al día siguiente aparecería la figura geométrica del laberinto totalmente arreglada; este es, en definitiva, otro sendero que, al igual que el existente en Chartres y en otros muchos escenarios de la Europa medieval, constituye un «viaje» hacia el interior de uno mismo.
Porque lo que importa no es la longitud del trayecto, sino su esencia, y lo mucho que el viajero tiene que aprender en su desarrollo.
Sobre el autor
Jesús Ávila Granados (Granada, 1950), uno de los escritores de ensayo más destacados de nuestro país, es autor de más de un centenar de libros entre los cuales destacan Senderos históricos de Andalucía, El sur de Soria, La Catalunya del Císter, El libro negro de la historia de España, Mazmorras que han hecho historia o Enciclopedia del aceite de oliva, estos dos últimos de Planeta. Como periodista colabora habitualmente en los más prestigiosos medios de comunicación y es responsable de la sección «Rutas de la España mágica» de la revista Offarm. Ha sido condecorado en dos ocasiones (1983 y 1984) por el Consejo de Europa como mejor periodista del continente y entre otros numerosos galardones con que ha sido distinguido destacan el premio Internacional de Periodismo Pica d’Estats (2001), convocado por la Diputació de Lleida; el Internacional de Periodismo Ciudad de Almuñécar (1999) o el premio Nacional de Periodismo José y Jesús de las Cuevas, Arcos de la Frontera (2001). Es además conferenciante habitual de temas culturales en numerosos centros, universidades, institutos, ayuntamientos y colegios profesionales.