Moda Punta | Miércoles 29 de julio de 2020
Los 57 kilómetros de largo y los 22 de ancho de Madeira son espacio suficiente para disfrutar de unas vacaciones tranquilas y seguras.
Así es la isla portuguesa: un destino sin agobios y con un ambiente ideal para mantener la distancia social con garantías y disfrutar de los encantos que ofrecen la natura y el mar de Madeira.
Camino a la cumbre más alta de la isla
Pico Ruivo. Así se conoce a la cúspide más elevada de la isla, a la que se puede llegar a través de un sendero en una hora y media, si se elige la ruta más corta; o de cuatro horas, si se opta por el más largo. A sus 1861 metros de altitud, Pico Ruivo es el punto más elevado de Madeira y ofrece vistas a diversas poblaciones de la isla.
El camino más corto se hace a través de una vereda de 2,8 kilómetros perfectamente delimitada y repleta de escalones y aunque no se considera una ruta fácil, especialmente por su altura, puede hacerse con un mínimo de preparación física. Los que alcanzan la cima tienen como recompensa disfrutar de unas formaciones rocosas espectaculares y grandes hectáreas de bosques frondosos con el añadido de hacerlo casi en solitario.
Rincones escondidos a orillas del mar
Uno de los muchos apodos de Madeira es “la perla del Atlántico” y el gran motivo es la magnificencia de sus playas y/o calas. Algunas de ellas todavía son unas desconocidas por el gran público y esto las convierte en un enclave todavía más especial que se puede disfrutar con una tranquilidad absoluta. Es el caso de la playa de Garajau, a la cual se puede acceder en teleférico – con reserva y pago previos – hecho que hace que se reduzcan mucho las aglomeraciones. Además, forma parte de la Reserva Natural Parcial de Garajau, con lo que allí se puede disfrutar de las aguas del Atlántico estando rodeado, desde las alturas, por una gran extensión de vegetación.
Otros caso muy particular es también el de la playa Ribeira Natal , aún poco popular a pesar de su gran belleza. Además, otra de sus grandes atractivos es su amplitud, una característica muy cotizada en este atípico verano. Desde allí, se puede llegar caminando a las playas de Caniçal, un pequeño pueblo pesquero a 30 kilómetros de la capital, para conocer una parte de la isla aún más auténtica.
Adrenalina y aventura con el particular sello de Madeira
El deporte activo es prácticamente una religión en el archipiélago portugués. Los amantes del surf, el buceo o la escalada encuentran allí un auténtico paraíso.
Los fanáticos del surf tienen una visita imprescindible en la playa da Enseada , donde se han celebrado competiciones de prestigio como el Red Bull Big Wave Challenge en 2000 o el Campeonato Mundial de Surf en febrero de 2001. Para quien prefiera sumergirse en el mar en vez de bailar entre olas, la playa de Garajau es la más solicitada para los buceadores, ya que sus aguas cristalinas permiten disfrutar mucho más de la diversidad marina.
Para los turistas aventureros que anteponen la tierra firme a las aguas del mar, la escalada es el otro gran deporte que se puede practicar en la isla, gracias a la solidez de la roca basáltica presente en los espectaculares acantilados que se encuentran en varios puntos del archipiélago.
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