Según un estudio, publicado por el Journal of Behavior Therapy and experimental Psychiatry, sobre los efectos de la postura al caminar y su relación con los estados afectivos y fisiológicos durante el estrés, ha demostrado que el grupo que caminó erguido mostró estados psicológicos mejores, con menos somnolencia, menos dolor y mayor energía.
En lo que se refiere a los parámetros físicos, se descubrió que aquellos casos que mantenían una buena postura durante la marcha, tenían la tensión arterial sistólica y la temperatura de la piel más bajas que el grupo que mostraba una marcha encorvada.
Además, si una persona permanece mucho tiempo sentado, con la espalda en flexión, es normal que padezca dolor de cuello, hombros y espalda.
Este dolor puede extenderse hasta los glúteos, e incluso piernas, influyendo también en la alineación de los huesos, afectando al movimiento de las articulaciones y aumentando el riesgo de caídas.
Y hay más, y es que las malas posturas afectan a los músculos, disminuyendo su flexibilidad o elongación (provocando contracturas y disminuyendo la altura). Incluso, en algunas personas, pueden dificultar la digestión y la respiración.
La postura al caminar puede mermar o aumentar tu energía vital, está en tu mano el estar de uno u otro lado.