- Título original: Frankenweenie
- Año: 2012
- País: USA
- Género: Comedia, Animación, Horror, Ciencia Ficción
- Dirección: Tim Burton
- Guión: Tim Burton/John August
- Fotografía: Peter Sorg
- Montaje: Chris Lebenzon, Mark Solomon
- Música: Danny Elfman
- Reparto: Winona Ryder, Catherine O’Hara, Martin Short, Atticus Shaffer, Martin Landau, Robert Capron, Charlie Tahan, Conchata Ferrell, Christopher Lee
- Distribuidora: Disney
- Duración: 87 minutos
- Calificación: +7 años
La chispa de la vida
El origen de la película comenzó hace ya muchos años, cuando el genio interior de Burton, de imaginación tenebrosa y humor un tanto macabro, ideó a Victor y Sparky, niño y perro, mejores amigos incluso después de la muerte.
En 1986, ese genio interno ideó una gran historia que desarrolló en blanco y negro y a modo de cortometraje, pero es ahora cuando la historia se desarrolla en todo su esplendor, ya que la ha trasladado más que nunca a los mundos de Burton.
El resultado de la pieza actual, reinventada 16 años después, es una mezcla de su historia original con su amor por la animación artesanal. Encontramos reminiscencias de su primer amigo, Vincent Price, personaje curiosamente parecido a Victor, el personaje de Frankenweenie, quien además comparte nombre y más de un rasgo con un tocayo suyo, el protagonista de La Novia Cadáver.
Pero cualquier parecido encontrado no debe sorprendernos, ya que los mejores mundos de Tim Burton suelen formarse siempre con los mismos elementos: un poco de oscuridad, un toque de risa –eso sí, maligna– y un equipo de asiduos profesionales que le acompañan película sí, película también. En este caso, y por hacer un par de referencias, quienes apuesten por la película en versión original podrán escuchar las voces de Catherine O’Hara o Winona Ryder, quienes colaboraron anteriormente con el director en películas como Pesadilla Antes de Navidad o Eduardo Manostijeras, respectivamente.
En el largometraje se desarrolla una historia que ya conocemos, con unas técnicas que ya hemos visto en Tim Burton, pero de las cuales es el maestro. Más de 200 marionetas creadas a mano, con sus pequeños trajes cosidos a mano, son las protagonistas de esta película. Y el mimo de crear una obra cinematográfica con el método tradicional del stop-motion se aprecia incluso tras haberse mezclado con nuevas técnicas de animación para conseguir el resultado en 3D.
El pequeño pueblo en el que se desarrolla la película, así como todo lo que ocurre en él, guarda un parecido concienzudo y respetuoso con el corto que le da origen. Los personajes, el blanco y negro, incluso algunas escenas completas, son reflejo de la creación de los 80.
También se ha tenido en cuenta la importancia de la música, quien es en muchas ocasiones la narradora de la historia. Comunica tanto como los mismos diálogos, y le da color al blanco y negro en las escenas más alegres, así como lo oscurece aún más en las más sombrías. Cada detalle ha sido plasmado fielmente, consiguiendo un resultado de gran calidad en cuanto a técnicas y animación, aunque no demasiado innovador.
Quizá ese es el arma de doble filo de nuestro extravagante director: innovó una vez, creó mundos realmente imaginativos y con un carácter propio, no cabe ninguna duda. Pero, aunque estos mundos son realmente ingeniosos, ya sabemos lo que vamos a encontrar cuando nos sentamos en una butaca ante una obra de animación de Burton. Sin embargo, no le quitaremos el mérito que se merece como no se lo quitarías nunca a tu abuela por cocinar un plato con su receta original: es siempre el mismo, sí, pero no puedes dejar de saborearlo con gusto si éste está bien elaborado.
Lo mejor: el hecho de que el genio que hay en Tim Burton resurja de sus cenizas como un ave fénix tras películas que han dejado mucho que desear. Demuestra que sigue estando ahí y que sabe cómo hacer las cosas bien.
Lo peor: el refrito. Es un largometraje que no llega a los 90 minutos y que ha surgido de un corto de 30, por lo que la mitad de la película ya la conocemos. Eso sí, hay cabida para alguna sorpresa…o algún susto.