¿Debemos combatir el Estado Islámico? ¿Por qué?

Ellos aplican criterios fanáticos, indiscutibles y de obligado cumplimiento por muy irracionales que resulten. No importa, se cumplen y punto.

Ya en el pasado hemos combatido a otras muchas ideologías fanáticas, y en el futuro lo haremos con todas aquellas que quieran imponerse. Todo esto sucede porque desde 1.600 D.C, hasta nuestros días, la única cultura que superó aquellos planteamientos de creencias absolutas fue la Europa occidental después de miles y miles de masacres y destrucciones (Guerra de los treinta años y paz de Westfalia de 1.648 D.C.). Ya entonces los seres humanos más inteligentes llegaron al convencimiento de que la única salida es La Razón. Que solo se podía convivir, legislar y progresar si se aplicaban a la convivencia pública métodos racionales aceptados por los seres humanos. Las religiones e ideologías debían quedar en la conciencia y el corazón de las personas de bien, pero no podían ser esgrimidas en los espacios públicos. Porque de hacerlo, la destrucción, el odio y la muerte estaban servidos.

Los mejores pensadores –ya de entonces, y los que vinieron después no hicieron más que profundizar en esta idea- dejaron claro que las leyes humanas son de este mundo, y para este mundo. En los parlamentos –de humanos- se han de regular mecanismos de equilibrio en el espacio público: Respecto a la ausencia de violencia, extorsiones, robos… Se han de regular los bienes, los transportes, el comercio… Y todo ello de forma racional, equilibrada. Si se imponen dogmas nada funciona, porque no se persigue el equilibrio o la practicidad, sino el que se cumplan unos preceptos que puede que fueran buenos hace mil años, pero que en otros momentos no tienen el más mínimo sentido.


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