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El síndrome posvacacional no existe
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El síndrome posvacacional no existe

lunes 07 de septiembre de 2020, 23:09h

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Pasar de la vida relajada de las vacaciones, sin horarios ni obligaciones, a entrar de nuevo a la vida rutinaria y ajetreada no es tarea fácil...

Los medios de comunicación hablan de este síndrome por activa y por pasiva. Y es que afecta a un 10% de los adultos que vuelven al trabajo después de un período de vacaciones. Volver a la rutina nos cuesta y sufrimos síntomas como ansiedad, tristeza, pero sobre todo lo que sentimos es cansancio, apatía, falta de concentración y somnolencia.

Ocurre en septiembre, tras la finalización de las vacaciones de verano. Aun así, debe saberse que no está aceptado como un trastorno; se habla de síndrome posvacacional cuando coloquialmente nos referimos a las dificultades y al proceso de adaptarse a la vida activa.

Síntomas

Ansiedad, la depresión leve, un bajo rendimiento laboral o académico y la desmotivación.

¿Por qué ocurre?

Puede ocurrir por varios motivos que tienen que ver con características individuales o situacionales.

El cambio de ritmo es el principal activador, aunque también afectan el tipo de vacaciones y la motivación. Nuestros cerebros hacen lo que pueden para adaptarse a los cambios, por lo que, cuando intentamos forzar la química del cerebro con cambios repentinos, nuestro cuerpo reacciona. Siempre es más fácil pasar de un estado de trabajo a uno de ocio que a la inversa.

Otros factores pueden ser propios del tipo de vacaciones que hayamos tenido, como el jet lag, su duración, si han sido de mucha actividad o, por el contrario, de desconexión completa. Todo esto puede hacer que estemos más cansados o que la vuelta suponga un choque mayor con nuestro día a día.

La motivación tiene mucho que ver: el hecho de si nos gusta o no lo que nos espera a nuestro regreso hace que comparemos lo que teníamos mientras estábamos de vacaciones con lo que tenemos ahora.

¿Cómo podemos superarlo?

Prevención

Para que el cambio no sea tan brusco es conveniente no volver de vacaciones la noche antes de empezar a trabajar, reducir el consumo de alcohol los días previos al regreso e ir acostumbrado el cuerpo a los horarios de sueño y de la rutina.

Una estrategia que también puede ayudar es la de no decir adiós a las experiencias vividas, sino un "hasta pronto" para mantenerlas en nuestra memoria. Lo podemos conseguir recuperando alguna imagen que nos transporte a momentos de descanso y de felicidad de las pasadas vacaciones.

Otra manera más activa de incorporar las experiencias de las vacaciones a nuestra vida diaria y suavizar la transición es seguir vinculados con el lugar que hemos visitado y del que tenemos buen recuerdo. Por ejemplo, si hemos estado en Francia, una buena idea sería apuntarnos a cursos de francés, de cocina francesa o comer platos típicos del lugar.

Hay que tener espacios de bienestar en nuestra vida diaria: La concentración en nuestros objetivos personales y profesionales; la reflexión interna atendiendo a nuestros pensamientos y sensaciones; la conexión con otras personas; el juego y la creatividad haciendo cosas nuevas; conectar con el cuerpo y disfrutarlo; gozar de momentos de no hacer nada; y cuidar las horas de descanso.

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